¿Quién soy yo? Realmente esa pregunta tiene una respuesta muy sencilla: Soy la existencia entera. Pero si nos referimos al personaje terrenal que estoy usando en esta travesía espaciotemporal, tendré que decir que soy disidente de nacimiento, dócil pero indomable, incapaz de dar una forma determinada a mi vida. Siempre en un ir y venir sin rumbo concreto, sin una estabilidad visible. Una especie de inadaptado, inmerso en una sociedad que nada tiene que ver conmigo, sumergido en un sistema cuyos fines no comparto. No pertenezco a nada. Una vez conocida mi verdadera esencia, me resulta imposible identificarme con algo superficial, puesto que sé por propia experiencia que cualquier forma externa es falsa. Esa necesidad básica de sentir que se pertenece a un grupo diferenciado cualquiera, con el fin de crearse una ilusión de identidad, es inconcebible para un hombre despierto. Siendo consciente de ser parte del infinito, de ser parte de un pensamiento creador, sabiendo que yo mismo creo la existencia entera, es simplemente absurdo sentir que pertenezco a tal país, o sentir que tal bandera me representa o seguir un puñado de creencias infantiles que conformen cualquier religión establecida que intente crear diferenciación entre unos y otros. Ya lo vi; no es un concepto. Todo está unido. Todos somos lo mismo, eternamente. En mi entorno se me consideró una persona con cierto talento y todos esperaron de mí los mejores resultados. Nunca cumplí estas expectativas y quise apartarme de lo que los demás consideraban irrepetibles oportunidades para, a cambio, conservar mi libertad. Los frutos que se logran siguiendo el camino establecido, sabiendo que no son reales, ya no pueden seducirme. El dinero, la opulencia y los bienes materiales, una vez despierto, pierden su atractivo. Desde ese momento decidí emprender el penúltimo viaje. El más largo y borrascoso de todos los que he llevado a cabo. Un viaje hacia las profundidades insondables de mi interior, embarcándome en una exploración que me llevó a transformarme en el auténtico taumaturgo de mi propia realidad. Mi única meta es el equilibrio. Pero la meta nunca estuvo fuera. El equilibrio es el origen.